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Un Más Allá para los Animales y las Plantas

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Por Carlos Fernandez

¿Qué pasa con los animales y las plantas cuando muere su materia biológica? ¿Hay un Más Allá para todos los seres vivos, o solo el hombre tiene la “exclusiva” de la trascendencia? Algunos de los argumentos que justifican la supervivencia del hombre también podrían ser válidos para la totalidad de los seres vivos.

Susana Abraham es una joven de origen hindú, afincada en La Coruña (Galicia, España). Estaba muy unida afectivamente a un hermoso gato gris, a quien cuidaba desde que este era muy pequeño. Los padres de Susana compartían también esa relación con la pequeña mascota, a quien consideraban como uno más de la familia. Quiso la fatalidad que el pequeño gato terminara sus días aplastado por las ruedas de un coche, en un trágico descuido del padre de Susana, llenando de tristeza a toda la familia. El pequeño felino fue enterrado en el propio jardín de la casa, en un último intento por mantener cerca la memoria de la mascota.

Imágenes de otra realidad

Las psicoimágenes son un fenómeno paranormal conocido desde fechas relativamente recientes, donde a través de una cámara de vídeo -y empleando unas técnicas adecuadas- son captadas diversas imágenes que podrían pertenecer a un espacio donde viven los seres que alguna vez estuvieron en la Tierra. Y aunque la parapsicología pretende explicar la naturaleza de estas imágenes con teorías centradas en las desconocidas potencialidades humanas, lo cierto es que la inmensa mayoría de quienes se han atrevido a experimentar en este curioso fenómeno, están convencidos del origen trascendente de estas imágenes. Pues bien, en numerosas ocasiones las psicoimágenes contienen rostros humanos, animales de diversas especies -muy especialmente los domésticos- e incluso plantas y árboles. Algunos de los rostros humanos obtenidos por los investigadores, han sido reconocidos como los de personas ya fallecidas, por lo que si se extiende esta comparación al resto de las psicoimágenes, podríamos suponer que también los otros seres -animales y vegetales- habrían sobrevivido a la muerte.

Y no es casualidad que en la filosofía que se desprende de la Transcomunicación Instrumental -que interpreta las psicoimágenes, las psicofonías y otros fenómenos paranormales como un contacto tecnológico con otros planos de existencia donde viven los seres ya fallecidos- también los animales y las plantas continúan viviendo en un mundo semimaterial. Una vez que dejan de existir aquí en la Tierra, continúan viviendo en el “mundo siguiente”. Asimismo, se considera que todos los seres tienen conciencia, e incluso libre albedrío para vivir donde y con quien deseen. De todos modos, la vida en este plano, estaría condicionada por la premisa de que ningún animal debe morir para que la vida de otro siga desarrollándose.

Un ángel para cada brote de hierba

Las enseñanzas promovidas por el espiritualismo inglés, tienen muchos puntos en común con los mensajes obtenidos a través de la Transcomunicación Instrumental. Respecto a la supervivencia de animales y plantas, los espiritualistas sintetizan su punto de vista en frases como “Hay un ángel para cada brote de hierba”, poniendo de manifiesto la importancia que tienen todos los seres vivos.

Leslie Flynt fue uno de los más famosos mediums de voces directas, enmarcado en las corrientes espiritualistas inglesas. En las sesiones de Flynt, las voces de los supuestos comunicantes no eran producidas por las cuerdas vocales del medium, sino que proyectaba la voz a un punto cualquiera de la habitación. Los comunicantes de Flynt eran a veces personas sencillas que habían fallecido, cuyas voces eran reconocidas por sus familiares. En otras ocasiones, se manifestaban personajes históricos como Gandhi, Frederic Chopin, Oscar Wilde, o Confucio. Estos personajes, habrían transmitido abundante información sobre el “Otro Mundo”, donde frecuentemente se aludía a las plantas y animales que allí vivían; y del reencuentro de seres humanos con sus animales de compañía e incluso con “su jardín”, o “sus flores”.

Otro personaje relevante dentro del espiritualismo es la médium irlandesa Geraldine Cummins, quien habría recibido a través de psicografía, centenares de mensajes atribuidos a Frederic Myers, fundador de la Society for Psychical Research, primera asociación de investigación sobre fenómenos paranormales.

En el libro The Road of Inmortality (El Camino a la Inmortalidad), donde se recopilan buena parte de estos mensajes psicografiados, se hace mención al alma de otros seres vivos y a su evolución: “Deberéis comprender que si el alma humana continúa evolucionando en otra vida, en otro estado de existencia, necesariamente otras formas animadas que tienen la capacidad de evolucionar tienen también la posibilidad de desprender una esencia misteriosa que se puede equiparar a aquello a lo que llamamos alma en el hombre”. Los escritos atribuidos a Myers, hacen mención también a grupos formados por minerales, vegetales, animales y humanos, que forman una unidad en los mundos siguientes a los mundos físicos como el nuestro.

A pesar de que las comunicaciones mediumnicas son la fuente de información tanto del espiritualismo como del espiritismo divulgado en los libros de Allan Kardec, existen algunas diferencias notables, que se reflejan en puntos muy concretos. Mientras el espiritismo kardecista refleja una visión ligeramente antropocéntrica, el espiritualismo propone una cosmogonía donde todos los seres tienen una importancia en la mecánica de la vida y la evolución.

Otro de los aspectos que los diferencia, es la creencia en la reencarnación. Mientras en el espiritualismo la idea de las sucesivas encarnaciones apenas aparece mencionada por algunos autores, en el espiritismo constituye uno de los pilares de la creencia en la supervivencia.

Según los postulados compilados por el espiritismo, evidentemente influenciados las religiones occidentales, presenta al hombre como uno de los ejes de la creación, relegando a los animales a un segundo término. Según los escritos de Kardec, los animales tendrían un alma que sobrevive a la muerte, y que -a diferencia del hombre- no tiene libre albedrío, encarnándose rápidamente tras la muerte en otro cuerpo físico de su misma condición.

Reencarnación de las almas

Si bien el espiritismo adoctrina que los hombres no pueden reencarnarse en animales y viceversa, algunas otras religiones milenarias defienden este particular tipo de reencarnación. En el hinduismo, la vida es una cadena de continuas reencarnaciones, donde el alma puede encarnarse en seres humanos o animales según el comportamiento y el sufrimiento que hayan experimentado en cada una de sus vidas. Aunque desde una perspectiva algo distinta, bastante menos clasista, el budismo sostiene también que existe una rueda de encarnaciones en las que el alma puede encarnar en animales o humanos. Y si bien el budismo no tiene dogmas, esta creencia es aceptada por la gran mayoría de las escuelas y sus pensadores. Incluso algunos sostienen que los vegetales entran también en esta rueda de migraciones del alma a través de distintos seres vivos, aunque esta opinión no es del todo unánime. En todo caso, se considera que rara vez un hombre reencarna otra vez en un ser humano, siendo lo más frecuente que lo haga en el cuerpo de un animal. La búsqueda budista consiste en liberarse de esa rueda de encarnaciones alcanzando el nirvana, cuando el deseo cesa y la conciencia se extingue. Entre la diversidad de cultos y creencias procedentes de Oriente, hay una que lleva el respeto hacia los animales y los seres vivos a su máxima expresión: los Jainistas.
No matar ni herir a ningún animal

Los Jainistas son una religión nacida en la India, presumiblemente fundada por Vardhamana Mahavira en el siglo VI a.C. que surgió como una reacción al sistema de castas hindú y a los sacrificios de animales. Comparten muchas creencias con los budistas, entre ellas la de la migración del alma entre seres humanos y animales a través de sucesivas encarnaciones. Esta consigna condiciona notablemente su vida cotidiana, ya que es uno de sus preceptos fundamentales el no matar ni herir a ningún animal. Así es que entre las costumbres jainistas, está la de barrer el suelo que van a pisar para no herir a ningún insecto ni siquiera accidentalmente, o de llevar mascarillas para no inhalar ningún pequeño ser vivo. Algunos jainistas llevan al extremo este precepto y ni siquiera se lavan para no matar sus piojos. El propio Mahatma Gandhi, impulsor de la no violencia, estuvo muy influido por los conceptos jainistas, a pesar de considerarse hinduista.

En Occidente fue la secta religiosa griega de los orfistas quien introdujo el concepto de reencarnación, primero influenciando en el pensamiento de Pitágoras y más tarde en el de Sócrates y Platón. A su vez, los conceptos de Platón sobre la supervivencia a través de la reencarnación, tuvieron su influencia en el surgir de doctrinas religiosas neoplatónicas y en algunas sectas medievales. Sin embargo, el cristianismo predominante en occidente las rechazó por ser la idea de la transmigración del alma, incompatible con la de la resurrección y el juicio final. En todo caso, la práctica totalidad de las teologías cristianas, consideran que el ser humano es el único dotado de alma, y niegan al resto de los seres vivientes la continuidad de su existencia tras la muerte. Y no es de extrañar esta actitud, que se antoja algo soberbia, cuando hace tan solo unos pocos siglos los más “sabios” hombres de la Iglesia Católica discutían si los aborígenes americanos o las mujeres tenían un alma trascendente. Y por más que San Francisco de Asis se empeñó en tratar a los animales y plantas como sus hermanos, en la teología aun no se acepta que posean un alma.

Los musulmanes también comparten la idea de que solo los humanos tienen derecho a un alma, que tras su muerte despertará -si acaso- en un paraiso. A pesar de ello, y al igual que los antiguos judíos hacían sacrificios rituales de los animales que iban a ser consumidos, tratando de provocarles el menor sufrimiento.Una postura más integrada en la naturaleza tienen las religiones animistas, quizá condicionados por dotar de alma a todos los seres vivos y creer en su supervivencia.

Los espíritus de los animales

El animismo considera que los animales, las plantas e incluso los objetos tienen un alma. En el siglo XIX el antropólogo Edward Taylor consideró -casi despectivamente- al animismo como la religión más primitiva, punto de vista que los estudiosos no comparten hoy en día.

Para los navajos, todos los seres, animados e inanimados tienen “alma de aliento”, el cual equilibran mediante rituales en los que se extrema la precisión para lograr los efectos deseados. La mayoría de las tribus americanas sentían un profundo respeto por los seres vivos, considerando alguno de ellos sagrados, y al igual que el hombre, trascendentes.

También los chamanes de las tribus Siberianas creían en la supervivencia del alma de los animales. Entre las funciones de los chamanes Tungús, está la de llevar el alma de los animales al cielo, o en éxtasis “hablar en el lenguaje de los pájaros”. En otras culturas, desde Laponia hasta Norteamérica, existían creencias similares. Incluso los antiguos pueblos europeos sentían un profundo respeto por los animales y las plantas. Romanos, celtas y otros pueblos que habitaban Europa antes de la llegada del Cristianismo, creían que todos los seres vivos tenían alma, y de una manera u otra ésta trascendía a la muerte.

Materialismo

El materialismo predominante del último siglo parece haber justificado la soberbia del hombre. Las ideas evolucionistas pusieron al ser humano en la cúspide de la evolución al proclamarlos como el ser que mejor se había adaptado al medio. Una vez más el hombre estaba a los mandos de la nave Tierra y -en un desborde de prepotencia- hizo y deshizo en la naturaleza despreciando el sufrimiento del resto de los seres vivos que comparten su planeta.

Pero quizá no fue la ciencia sino la escalada industrial y comercial las causantes de la arrogancia y el desprecio hacia los seres que ya las religiones dominantes habían privado de alma. Nuevas corrientes de pensamiento y nuevos descubrimientos científicos están devolviendo a los animales y las plantas, su justo lugar y su importancia en la gran maquinaria de la naturaleza.

Cuando Cleve Backster conectó un polígrafo a una planta, y descubrió que se adelantaba a sus estímulos, quizá comenzaba a descubrir que hay algo más en ellas que una simple máquina viviente. Hace pocos días científicos el Instituto de Tecnología de Massachusetts, dirigidos por Mathew Wilson, descubrieron que los animales soñaban y descifrando incluso de que manera lo hacían. Mañana, quizá la ciencia descubra más cosas sobre la naturaleza de los seres vivos, y si realmente sobreviven a la muerte.

Y si nuestra creencia en la supervivencia a la muerte puede modificar nuestra forma de vida, e incluso nuestras costumbres, el aceptar una oportunidad de trascendencia y una conciencia para todos los seres vivos, sin duda cambiará nuestro punto de vista sobre ellos. Seguramente no volveremos a ver con los mismos ojos a los bosques arrasados por intereses económicos, ni a los animales torturados por “deporte”. Y paradójicamente, quizá esta actitud nos convierta en seres más humanos.

Written by justvegetal

junio 12, 2010 at 10:46 pm

Publicado en Con-Ciencia, Uncategorized

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¿Puede el Amor por los Animales Sustituir a los Betabloqueantes?

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¿Puede el amor por los animales sustituir a los betabloqueantes?
de Schweizerische Vereinigung für Vegetarismus (SVV)

en http://www.ivu.org/spanish/trans/svv-amor.htmlGatos 010

Hansel adoptado por nosotros siendo un bebé que llevaban a la perrera

Una reciente encuesta realizada por la Asociación Estadounidense de Hospitales Veterinarios reveló que el 57 por ciento de los dueños de animales preferirían la compañía de su mascota en una isla desierta a la de cualquier humano. Aunque ya sabíamos que el entusiasmo y la entrega incondicional de nuestros cuadrúpedos nos hacen felices a los humanos, es ahora cuando se van demostrando poco a poco cuáles son los poderosos beneficios para la salud que realmente nos aportan: algunas compañías de seguros estadounidenses ofrecen incluso primas más bajas a los dueños de animales.

El doctor Edward T. Creagan, oncólogo de la afamada Clínica Mayo de Rochester, comprobó el efecto positivo de los animales domésticos en los más diversos problemas de salud. Así, un estudio realizado en abril de 1999 reveló que los pacientes de sida que disfrutan de la compañía de animales son menos propensos a sufrir depresiones. Además, las pruebas realizadas a dueños de animales muestran unos mejores valores de colesterol y presión sanguínea, por lo que se reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. En caso de haber sufrido ya un percance, las probabilidades de sobrevivir incluso tras un infarto de miocardio son por lo general mayores para los propietarios de animales, y los enfermos graves pueden recobrar con mayor facilidad la energía necesaria para su recuperación cuando les refuerza el ansia de volver a ver a su querido animal.

El Dr. Creagan se ha acostumbrado incluso a anotar los nombres de los correspondientes animales domésticos en el historial médico de los enfermos, con el fin de tranquilizar a sus asustados pacientes en la siguiente consulta de tratamiento del cáncer conversando acerca de su mascota favorita: ”Por cierto, ¿qué tal está Tobby…?”

¿Cómo se pueden explicar estas interacciones sorprendentemente intensas y de gran alcance? ¿Cómo es posible que los animales nos proporcionen tanta energía? ¿Comprenderemos algún día la verdadera grandeza de nuestros compañeros no humanos y aprenderemos por fin a respetarlos más?

Fuente: Yahoo / Internet

Herma Brockmann

Para los defensores de los animales, evidentemente sólo entran en consideración los animales adoptados, todos los demás (de criadores) aumentarían el sufrimiento de los animales.

Gatos y peces 017

Gretel, hermana de Hansel.

Written by justvegetal

julio 29, 2009 at 7:07 pm

¿Los Animales Sienten Dolor?

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¿Los animales sienten dolor?
por Peter Singer
de Animal Rights Resource Site

Los otros animales aparte de los humanos ¿sienten dolor? ¿Cómo lo sabemos?

Bueno, ¿cómo sabemos que cualquiera, humano o no, siente dolor? Sabemos que nosotros mismos podemos sentir dolor. Lo sabemos por experiencias directas que tenemos cuando, por ejemplo, alguien apaga un cigarro encendido en la palma de nuestra mano. Pero ¿cómo sabemos que los demás sienten dolor? No podemos experimentar directamente el dolor de nadie más, sea ese »alguien» nuestro amigo o un perro abandonado. El dolor es un estado de conciencia, un evento ‘mental’ y como tal nunca puede ser observado. Comportamientos como retorcerse, gritar, o retirar la mano del cigarro encendido no es dolor en sí; ni tampoco lo son las grabaciones que un neurólogo pueda hacer de las observaciones cerebrales del dolor mismo. El dolor es algo que sentimos, y sólo podemos deducir que otros lo están sintiendo por varias indicaciones externas.

¿Sólo es justificable asumir que otros seres humanos sienten el dolor como nosotros, hay alguna razón por la que tal deducción no sea justificable en el caso de otros animales?

Casi todas las señales externas que nos llevan a deducir dolor en otros humanos pueden ser vistas en otras especies, especialmente las especies más cercanas a nosotros – las especies de mamíferos y aves. Las señales de comportamiento son retorcerse, contorsiones faciales, quejas, alaridos u otras formas de grito, intentos de evitar la fuente de dolor, apariencia de miedo ante la perspectiva de su repetición, y otros. Además, sabemos que estos animales tienen sistemas nerviosos como los nuestros, que responden psicológicamente como los nuestros cuando el animal está en circunstancias en las que nosotros sentiríamos dolor: una elevación inicial de la presión en la sangre, pupilas dilatadas, transpiración, pulso agitado, y si el estímulo continua, una caida de la presión sanguínea. Aunque los humanos tienen una corteza cerebral más desarrollada que otros animales, esta parte del cerebro está relacionada con las funciones pensantes más que con impulsos básicos, emociones y sentimientos. Estos impulsos, emociones y sentimientos están localizados en el diencéfalo, el cual está muy desarrollado en algunas otras especies de animales, especialmente en mamíferos y aves. (1)

También sabemos que el sistema nervioso de otros animales no fue artificialmente construido – como un robot puede ser artificialmente construido – para imitar el comportamiento ante el dolor de los humanos. El sistema nervioso de los animales se desarrolló como el nuestro y de hecho la historia evolutiva de los seres humanos y otros animales, especialmente los mamíferos no divergieron hasta que las características centrales de nuestro sistema nervioso ya esatba en existencia. La capacidad de sentir dolor obviamente mejora las esperanzas de supervivencia de una especie, puesto que ocasiona que los miembros de una especie eviten las fuentes del daño. Es seguramente irracional suponer que los sistemas nerviosos que son virtualmente idénticos psicológicamente, tienen un origen común y una función evolutiva en común y resultan en formas de comportamiento similares en circunstancias similares, deberían de operar de una forma totalmente diferente en el nivel de sentimientos subjetivos.

La gran mayoría de científicos que se han hecho esta pregunta están de acuerdo. Lord Brain, uno de los más eminentes neurólogos de nuestro tiempo, ha dicho: »Personalmente no puedo ver la razón para concederle mente a mi compañero hombre y negárselo a los animales… Yo por lo menos no puedo dudar que los intereses y las actividades de los animales están correlacionadas con el entendimiento y el sentimiento de la misma manera que el mio, y que puede ser, que yo sepa, tan vívido.(2)

El autor de un libro sobre dolor escribe: »Cada partícula de evidencia apoya la afirmación de que los mamíferos vertebrados superiores experimentan sensaciones de dolor al menos tan agudas como las nuestras. Decir que sienten menos porque son animales inferiores es absurdo; puede ser fácilmente demostrado que muchos de sus sentidos son mucho más agudos que los nuestros – agudeza visual en ciertas aves, oído en la mayoría de los animales salvajes y el tacto en otros; estos animales dependen más que nosotros hoy del entendimiento más agudo de un ambiente hostil. Aparte de la comlejidad de la corteza cerebral (que no percibe el dolor directamente) sus sistemas nerviosos son casi idénticos al nuestro y sus reacciones al dolor extraordinariamente similares. Aunque careciendo (hasta donde sabemos) de los tonos filosóficos y morales. El elemento emocional es muy evidente, principalmente en la forma de miedo y enojo. (3)

Se puede pensar que eso es suficiente para establecer el problema; pero una objeción más debe ser considerada… Hay una línea vaga de pensamiento filosófico, derivada quizá de algunas doctrinas asociadas con el influyente filósofo Ludwig Wittgenstein, la cual sostiene que no podemos significativamente atribuir estados de conciencia a seres sin lenguaje. Esta posición me parece nada plausible. El lenguaje puede ser necesario para el pensamiento abstracto, a cierto nivel de todos modos; pero los estados como el dolor son más primitivos, y no tienen nada que ver con el lenguaje… Los bebés humanos y niños pequeños son incapaces de usar el lenguaje. ¿Debemos negar que un niño de un año puede sufrir? Si no, el lenguaje no puede ser crucial.

Entonces para concluir: no hay buenas razones, científicas o filosóficas, para negar que los animales sienten dolor. Si no dudamos que otros humanos sienten dolor, no deberíamos dudar que otros animales también lo hacen… Los animales pueden sentir dolor.

Referencias.

  1. Lord Brain, »Dirección Presidencial» en CA Keele y R.Smith, eds., La valoración del dolor en Hombres y Animales. (Londres: Federación de Universidades por el Bienestar de los Animales, 1962)
  2. Supra note 1.
  3. Richard Sargeant, El espectro del dolor. (Londres: Hart Davis, 1969) p.72

Este artículo es un extracto de un clásico de la literatura de los Derechos de los Animales: Animal Liberation (Liberación Animal), Peter Singer, 2a edición, New York: Avon Books, 1990.

Written by justvegetal

diciembre 7, 2008 at 9:44 pm